«Inter medium montium pertransibunt aquae» En medio de las montañas pasarán las aguas...
sábado, 4 de abril de 2015
El Sacerdote en el Triduo Pascual: Vigilia Pascual
La Pascua del Reino de Dios se ha realizado en Jesús: ofrecida y consumida la Cena, “en la noche en que fue traicionado”; inmolada sobre el Calvario el Viernes Santo, cuando “la tierra se quedó a oscuras”, una vez más de noche recibe la consagración de la aprobación divina, en la resurrección de Cristo Señor: por Juan sabemos que María de Magdala se acercó al sepulcro “mientras estaba aún oscuro”; por tanto, sucedió en las últimas horas de la noche tras el sábado pascual.
El sacerdote, desde el inicio de la Vigilia, lleva las vestiduras de color blanco como para la Misa. Bendice el fuego y enciende el cirio pascual al nuevo fuego, si procede, tras haber clavado, como en la liturgia antigua, una cruz. Después traza sobre el lado vertical de la cruz la letra griega alfa y debajo, en cambio, la letra omega; entre los brazos de la cruz traza cuatro cifras para indicar el año corriente, diciendo: Cristo ayer y hoy. Después, hecha la incisión de la cruz y los demás signos, puede clavar en el cirio cinco granos de incienso, diciendo: Por medio de sus santas llagas. Después, cantando el Lumen Christi, guía la procesión hacia la iglesia. El sacerdote está a la cabeza del pueblo de los fieles aquí en la tierra, para poderlo guiar al cielo.
Es es sacerdote el que entona solemnemente el Aleluya. Lo canta tres veces elevando gradualmente el tono de la voz: el pueblo, tras cava vez, lo repite en el mismo tono.
En la liturgia bautismal, el sacerdote, estando de pie ante la fuente, bendice el agua cantando la oración: Oh Dios, por medio de los signos sacramentales; mientras invoca: Descienda, Padre, sobre este agua, puede meter en ella el cirio pascual, una o tres veces. El significado es profundo: el sacerdote es el órgano fecundador del seno eclesial, simbolizado por la piscina bautismal. Verdaderamente en la persona de Cristo Cabeza engendra hijos que, como padre, fortifica con el crisma y nutre con la Eucaristía. También en razón de estas funciones maritales hacia la Iglesia esposa, el sacerdote no puede sino ser hombre.
Todo el sentido místico de la Pascua se manifiesta en la identidad sacerdotal, llegando a la plenitud, el plếroma, como dice Oriente. Con él la iniciación sacramental llega al culmen y la vida cristiana el centro.
Por tanto, el sacerdote, subido con Jesús sobre la cruz el Viernes y bajado a su sepulcro el Sábado Santo, el Domingo de Pascua puede afirmar realmente con la secuencia: “Sabemos que Cristo verdaderamente ha resucitado de entre los muertos”.
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