Se acaba el tiempo de Navidad. El relato de los Magos que han venido a adorar al Niño a Belén, concluye con la indicación que volvieron a su tierra por otro camino. En efecto, partieron de su patria siguiendo una estrella y se encontraron con el Sol. A la vuelta ya no eran los mismos. Es más, volvieron por otro camino.
Estamos por comenzar el tiempo ordinario y todo lo que nos recuerda este tiempo entrañable –el Nacimiento, las luces de colores, los adornos- volverán al lugar de donde los hemos sacado con ansias hace unas semanas. Ahora, un año de espera. Un poco de nostalgia. Y viene una pregunta ¿qué me ha deja este tiempo?
Nuestra vida tiene que seguir otro rumbo. Nos hemos encontrado con el recién nacido, con Dios en esta Navidad. No podemos volver a “nuestra tierra” – nuestra vida ordinaria- por el mismo camino, a ser los mismos. Tienen que permanecer latentes en el corazón y en la cabeza, esos momentos en familia, esas oraciones delante del Nacimiento, esos momentos agradables y nobles compartidos con los amigos, esos propósitos y planes que hemos comenzado a trazar en estos primeros días del año. Serán nuestro impulso para recorrer con ilusión cada día. Sin miedo. Con valentía, Dios nos acompaña.
¿Mi propósito? “Jesús, que jamás te pierda…”
El Belén de mi casa |
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