miércoles, 21 de enero de 2015

Santa Inés: la prometida fiel

Santa Inés
Todos lloraban menos ella. Todos se admiraban de que, con tanta generosidad, entregara una vida de lo que aún no había comenzado a gozar, como si ya la hubiese vivido plenamente. Todos se asombraban de que fuera ya testigo de Cristo una niña que, por su edad, no podía aún dar testimonio de sí misma.

El verdugo hizo lo posible por aterrorizarla, para atraerla con halagos, muchos desearon casarse con ella. Pero ella dijo:

-Sería una injuria para mi Esposo esperar a ver si me gusta otro; Él me ha elegido, el me tendrá. ¿A que esperas, verdugo, para asestar el golpe?


Se detuvo, oró, doblo la espalda. Hubieras visto como temblaba el verdugo, como si él fuese el condenado, cómo palidecían los rostros al ver lo que le iba a suceder a la niña, mientras ella se mantenía serena. 

En una sola víctima tuvo lugar un doble martirio: el de la castidad y el de la fe.
Relicario que contiene el cráneo de la santa

No hay comentarios:

Publicar un comentario